Clara y Mario, dos enamorados que cantan a la vida*


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Se dice que Mario, al despuntar el alba, se asomaba al balcón de su apartamento y dirigiéndose hacia el cercano cementerio reglano entonaba una de las canciones del repertorio que tenía en el dúo con Clara. Si esto es verdad, es un gesto amoroso de un romanticismo digno de admiración; si no es cierto, también debemos de admirar esa leyenda por hermosa, como un buen ejemplo de lo que es un amor lleno de pureza.

El Dúo de Clara y Mario llenó toda una época en la radio, en la televisión y en sus presentaciones en vivo como uno de los mejores duetos de la cancionística cubana.

Cuando actuaban frente a las cámaras, los bellos ojos negros de Clara se posaban en el rostro de su compañero en el canto con una dulzura tal que dio lugar a la creencia de que ambos eran una pareja feliz en la vida real. Para muchos resultaba difícil creer que no estaban unidos en matrimonio. Mario contó que durante el festival Varadero 70, los organizadores del evento le separaron una suite matrimonial dotada de muchas comodidades. Cuando Clara y Mario dijeron que deseaban habitaciones separadas, la carpetera del hotel se quedó perpleja y les dijo: “Perdonen, no sabía que estaban divorciados, parecen una pareja tan unida. ¿Cómo puede suceder algo así?” Luego, cuando los veían tomados de la mano o abrazados cariñosamente dirigiéndose al escenario, nadie podría pensar que no eran una feliz pareja matrimonial.

Lo cierto es que Clara Elsa Morales Vicente fue la hija mayor del matrimonio de Eduardo Morales con Andrea Vicente. Clara había nacido en Regla el 7 de noviembre de 1930. En la escuela, muy niña todavía, cantaba a toda hora y mientras leía, sus deditos tocaban una melodía sobre la mesa. Era toda música.

Sus padres le regalaron un piano y aprendió a tocarlo muy bien. Se hizo maestra de música y en 1960 ocupó un aula de instrucción primaria.

Por su parte, Mario Rodríguez Marrero nació el 13 de marzo de 1934. Era el quinto hijo del matrimonio entre Laureano Rodríguez Reyes y Esperanza Marrero Morales. A los siete años ya cantaba en el coro de la escuela y otras veces como solista. En el programa Ronda Infantil, que transmitía la emisora Mil diez, comenzó a cantar donde también daban sus primeros pasos en el canto y la actuación Asseneth Rodríguez y Leonel Valdés; el animador era Manolo Ortega. Después Mario pasó a la emisora RHC Cadena Azul, al programa Voces Infantiles.

Clara y Mario en aquella época se veían todos los días, ya que ambos asistían a la misma escuela. Comenzaron la amistad y un día en casa de Clara esta lo invitó a que lo acompañara en una canción. Les gustó tanto que enseguida empezaron a montar un repertorio. Pero era solo un entretenimiento propio de sus años, lejos estaban de pensar que con el decursar del tiempo constituirían uno de los mejores dúos de la música cubana.

Así las cosas, ambos continuaron sus vidas. Mario como maestro de educación primaria en la misma escuela donde Clara impartía clases de música, pero nunca abandonaron el canto.

Una tarde, Clara con casi veinte años y Mario con dieciséis, se dirigían al cine cuando divisaron una fila de jóvenes frente a la entrada del canal de televisión que estaba en el edificio de la Ambar Motors, donde hoy está el Ministerio de Comercio Exterior en La Rampa. Estaban probando voces para un nuevo programa de televisión. Decidieron probar suerte, y revisaron el repertorio. Los aspirantes serían acompañados por el pianista David Rendón, el mismo que años antes realizaba esa función en el conocido programa La Corte Suprema del Arte. Pero Clara solicitó tocar el piano y se lo permitieron. Decidieron interpretar una canción de Fernando Avilés, uno de Los Panchos, titulada No me quieras tanto. Cuando terminaron el jurado los felicitó y esa misma noche fueron presentados en el popular programa Escuela de Televisión. No pudieron continuar cantando profesionalmente por la corta edad que tenían, pero aquel día nació el Dúo de Clara y Mario.

Hicieron un dúo distinto. Mario como voz prima y Clara la segunda voz, cuando lo usual era que la voz femenina fuera la prima. Poco tiempo después, ya adultos fueron contratados para presentarse en el Cabaret Maxim, donde sobre todo cantaban boleros. Corría el año 1952 y ya habían sido evaluados con la categoría de A-1, la máxima. Pero en 1954 Clara contrajo nupcias y el marido no quiso que siguiera cantando; debería dedicarse a ser ama de casa y cuidar a la hija de ambos. Mario siguió cantando solo. Pero en 1961, ya Clara divorciada, vuelven a hacer el dúo y montan más canciones. El dúo romántico de Cuba renace con fuerza y su popularidad comienza a crecer. La radio y la televisión los presentan a menudo. Los reconocidos compositores Carlos Puebla y Juan Arrondo crearon especialmente para ellos hermosos boleros. ¿Quién no los recuerda en Si en un final, de Juan Arrondo o Quién se lo iba a imaginar, de Carlos Puebla?

Pero ya la muerte estaba rondando a Clara. Dejó de cantar, pero siempre acompañaba a Mario en sus presentaciones como solista. Y el lunes 12 de mayo de 1980, a las once de la mañana, la noticia corrió por toda Regla y por Cuba. Murió Clara. No era necesario decir quién era. A la mente de todos los que la escucharon en el dúo con Mario les llegaron sus voces en aquellos boleros que tanto nos embriagaron de romántica nostalgia.

Mario continuó cantando solo. Una noche en el Festival Boleros de Oro, en la Ciudad de Camaguey, canta el bolero Y es verdad; el público, recordando a Clara, lo escucha de pie y cuando invita a Raquel Hernández a que lo acompañe en Cuenta conmigo, el público nuevamente de pie, los ovaciona. Entonces Raquel pide un aplauso grande para Clara: “Para que llegue al cielo!” Exclama emocionada.

El 17 de marzo de 2011 fallecía Mario Rodríguez. Ambos descansan juntos en el Cementerio de Regla. Así desaparecía físicamente la leyenda de una pareja de amigos que se amaron hasta la muerte en el dúo más romántico de Cuba.

 

* Nombre que le dio al dúo el locutor y periodista de la radio Luis Grau Jober.

 

FUENTE

 

—Morales Oropesa, José Antonio: Clara y Mario: El dúo romántico de Cuba. Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2013.


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