El IX Festival Internacional de Danzón, dedicado al centenario del danzón Fefita, de José Urfé, que organiza la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), tendrá por subsede, del 24 al 28 de junio a Mayabeque. Así lo dio a conocer la comisión organizadora del evento, que explicó que la sede principal del festival será la capital del país.
En Mayabeque el festival, al que se espera asistan orquestas de Colombia, México y Estados Unidos, llegará a Madruga, Güines, Santa Cruz del Norte, Bejucal y Jaruco; aunque podría llegar a otros municipios pues el género posee fuerte arraigo en la provincia.
Para Mayabeque el danzón es mágico, desconcertante y muy a tener en cuenta. Si bien, el género nació en Matanzas, en 1879, en la batuta de Miguel Faílde, no fue hasta su arribo a la región habanera (hoy Mayabeque y Artemisa) que adquirió el aspecto con que lo escuchamos hoy. Tres músicos le dieron su perfil definitivo: los hermanos Valenzuela, de San Antonio de los Baños; Antonio María Romeu, de Santa Cruz del Norte, y José Urfé, de Madruga.
A fines del siglo XIX e inicios del XX, Raimundo Valenzuela introdujo en las antiguas orquestas danzoneras (más parecidas a bandas militares que orquestas bailables) los violines y la viola. Antonio María Romeo las dotó de piano; mientras que el madrugueño Urfé modificó y actualizó la estructura rítmica del danzón.
Más acá, Chucho Valdés, además de componer varios danzones antológicos (Valle de Picadura y Cien años de juventud, por ejemplo), renovó sus sonoridades con armonías e instrumentos contemporáneos. Por eso, la tercera edición del festival estuvo dedicada a tan ilustre hijo de Quivicán.
Pocos sitios en el país pueden enorgullecerse de poseer un movimiento popular tan extendido y bien articulado como los clubes danzoneros de Mayabeque, los cuales han dispuestos hasta de tres orquestas danzoneras –según diversas épocas-, que celebran bailes la mayoría de los fines de semana del año.
Solo una atrevida ignorancia puede subvalorar un fenómeno cultural de tanta magnitud y amplia base social –que no es precisamente “la tercera edad”, sino que enrola a niños y jóvenes, mujeres y hombres unidos por la pasión de la música y el baile cubanos.
Dentro de los sueños que se renuevan con este festival están poseer una orquesta danzonera (profesional) en el territorio, colocar tarjas en las casas que habitaron los fundadores del género en Mayabeque, articular una red de comunicación entre las peñas y amantes del danzón por toda la geografía provincial y frecuentes espacios radiales para difundir música e información.
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